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El principito y el amor

Actualizado: 24 abr 2021




Este libro va más allá del tiempo y la edad, válido para todas las épocas y todas las edades. Publicado originariamente en 1943, y traducido a más de 250 lenguas, se ha convertido en una de las obras que más traducciones tiene en el mundo.

Considerada una oda al amor, este pequeño libro de apenas 100 páginas enfoca el amor desde varios puntos de vista, como la pareja o los amigos y nos deja varias enseñanzas importantes, plasmando en él valores humanos esenciales como la amistad o la responsabilidad, todo ello evocando a la reflexión.

En este caso, hablaré del AMOR.


¿Hay alguna diferencia entre querer y amar?

Puede resultar complicado distinguir entre estos dos conceptos, pudiendo parecer sentimientos similares, ya que ambos implican tener sentimientos bonitos hacia otra persona, considerándola como alguien importante en tu vida; pero tienen una diferencia notable. Y para ello recurriremos a la definición que nos proporciona la RAE.

La RAE define querer como “desear o pretender [algo]” y “sentir afecto o amor por [alguien]. También definen querer como “tener el deseo, la voluntad o la intención de hacer, poseer o lograr algo”. Por tanto, si aunamos estas definiciones, podríamos concluir que querer implica un sentimiento de afecto sumado al deseo y la voluntad de poseer algo, o, en el caso de las relaciones, a alguien.

Por otro lado, la RAE define el verbo amar como “tener amor a alguien o a algo”. Esta definición nos lleva a buscar otro concepto, ¿Qué es el amor? Es “un sentimiento intenso del ser humano que necesita y busca el encuentro y unión con otro ser”. Por tanto, el amor es un sentimiento más profundo que el querer. Es un sentimiento desinteresado en el que lo que de verdad importa es el bien del otro.


Diferencia entre querer y amar según el Principito

Lo plasma muy bien este inocente diálogo entre el pequeño personaje y una rosa que aparece en su planeta por sorpresa.

“- Te amo- le dijo el Principito


- Yo también te quiero- respondió la rosa


- Pero no es lo mismo- respondió él, y luego continuó- querer es tomar posesión de algo, de alguien. Es buscar en los demás eso que llena las expectativas personales de afecto, de compañía. Querer es hacer nuestro lo que no nos pertenece, es adueñarnos o desear algo para completarnos, porque en algún punto nos reconocemos carentes.


Amar es desear lo mejor para el otro, aun cuando tenga motivaciones muy distintas.


Amar es permitir que seas feliz, aun cuando tu camino sea diferente al mío. Es un sentimiento desinteresado que nace en un donarse, es darse por completo desde el corazón.


Cuando amamos nos entregamos sin pedir nada a cambio, por el simple y puro placer de dar. Pero es cierto también que esta entrega, este darse, desinteresado, solo se da en el conocimiento. Solo podemos amar lo que conocemos, porque amar implica tirarse al vacío, confiar la vida y el alma. Y el alma ni se compra ni se vende. Y conocer es justamente saber de ti, de tus alegrías, de tu paz, pero también de tus enfados, de tus luchas, de tus errores. Porque el amor trasciende el enfado, la lucha, el error y no es solo para momentos de alegría.


Amar es la confianza plena de que pase lo que pase vas a estar, no porque me debas nada, no con posesión egoísta, sino estar, en silenciosa compañía.


Amar es saber que no te cambia el tiempo, ni las tempestades, ni mis inviernos.


Amar es darte un lugar en mi corazón para que te quedes como padre, madre, hermano, hijo, amigo y saber que en el tuyo hay un lugar para mí.


Dar amor no agota el amor, por el contrario, lo aumenta. La manera de devolver tanto amor es abrir el corazón y dejarse amar.”


-“Ya entendí” – dijo la rosa.


-”No lo entiendas, vívelo” -dijo el Principito.


Esta misma reflexión la encontramos en el budismo, que nos dice que cuando queremos una flor, la arrancamos para llevarla con nosotros; en cambio, cuando en realidad sentimos amor por aquella planta, lo que haremos será regarla todos los días y cuidarla, con el fin de hacer que su vida sea duradera y llena de comodidades.

Por tanto, hay que tener cuidado de no confundirlos, ya que cuando hablamos de querer, pueden aparecer la posesividad o la pertenencia. Mientras que en el amor existe confianza, deseo por compartir y espacio para cada uno, en la posesividad existen celos, egoísmo, desconfianza y escasa libertad.

El hecho de que sea “mi rosa” ¿me da derecho sobre ella? La respuesta es NO. En este caso es importante conocer la naturaleza de ese “mi”, cuyo sentido es establecer que tiene un vínculo con nosotros, y en ningún caso significará que sea nuestra o que tengamos más derechos sobre ella.

Cualquier relación, independientemente de lo profunda e intensa que sea, debe tener espacio y libertad para ambos miembros de la pareja.

Todos podemos aprender a amar, pero no siempre se sabe cómo hacerlo, ya que amar implica respetar al otro, aceptarlo tal y como es, y vivir con la mirada puesta en la felicidad de la otra persona.

 
 
 
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