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EMDR

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La terapia psicológica ha ido avanzando con el tiempo dando paso a otras maneras de entender el tratamiento de los problemas que nos acontecen en nuestro día a día.

De entre las técnicas terapéuticas que aplico en consulta, me gustaría hacer mención a una de ellas, la denominada EMDR.

¿Has oído hablar de ella?

Sus siglas vienen del inglés (Eyes Movement Desensibilation and Reprocesing), cuya traducción al castellano es Desensibilización y Reprocesamiento mediante Movimientos Oculares.

Se trata de una intervención de aparición relativamente reciente, siendo desarrollada en la década de los 80 por Francine Shapiro. Descubrió, en un paseo por el parque, que, mediante el movimiento espontáneo de sus ojos, podía modificar los pensamientos y recuerdos perturbadores, debilitándose el malestar experimentado con ello.

Este descubrimiento casual se ha convertido, tras años de estudios e innumerables investigaciones, en una técnica novedosa, eficaz y validada científicamente.

¿En qué consiste?

El procedimiento que sigue el EMDR tiene a la estimulación bilateral como clave fundamental de la técnica.

Esta estimulación bilateral puede ser visual, modalidad en la cual el paciente mueve los ojos de un lado al otro guiado por el terapeuta, sin mover la cabeza; auditiva, a través de sonidos alternos en ambos oídos, y kinésica, mediante golpeos suaves y en forma alterna sobre las manos o los hombros.

Esta estimulación facilita la conexión entre los dos hemisferios cerebrales, logrando así el procesamiento de la información y la disminución de la carga emocional del evento, pasando a ser recordado de una manera adaptativa.

Mientras se realiza esta estimulación bilateral, la persona deja que su mente trabaje libremente y sin interferencias en la resolución del malestar, con el apoyo y la guía del psicólogo en todo momento.

Es importante conocer que el procesamiento que realiza el cerebro en ese momento es espontáneo. El profesional es un mero facilitador que acompaña al cerebro a que realice aquello que no pudo hacer en su momento.

¿En qué situaciones se puede aplicar esta intervención?

La terapia EMDR se aplica sobre todo en casos de Trastorno de estrés postraumático, que aparece como consecuencia de experiencias traumáticas que ponen en peligro la propia vida o la de otras personas.

No obstante, este programa de intervención se ha utilizado también en personas con otros trastornos de ansiedad, como las fobias específicas y las crisis de angustia, duelos patológicos, en adicciones y en trastornos de la alimentación, entre otros; mostrando una efectividad notable. En definitiva, todas aquellas problemáticas en las que se pueda identificar un sufrimiento psicológico causado por vivencias no resueltas.

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